Por qué el concepto importa

20.05.2025

La psicología sistémica ayuda a comprender las relaciones y los ámbitos que mueven a las personas. Se aplica a todo grupo humano, desde la pareja a los equipos de trabajo, las familias e, incluso, los individuos aislados.  

Una perspectiva diferente

Tradicionalmente, la psicología centró su interés en comprender los procesos mentales individuales. Sin embargo, los problemas sociales contemporáneos —violencia familiar, exclusión, conflictos escolares, polarización social— revelan que el sujeto no puede ser comprendido sin considerar los sistemas que lo configuran. Desde esta óptica, el enfoque sistémico desplaza el eje del análisis: el objeto de estudio ya no es el individuo aislado, sino las relaciones dinámicas dentro de los sistemas en los que participa.

Familia, escuela, comunidad, redes digitales e instituciones forman parte de estos sistemas donde emergen significados, reglas y prácticas. Esta concepción resulta esencial para la psicología actual, pues permite leer los síntomas no como fallas individuales, sino como señales de tensión en un sistema más amplio.

Postulados desde una perspectiva crítica de la realidad

El enfoque sistémico se apoya en la teoría general de sistemas, pero su aplicación en psicología va más allá del modelo técnico. Implica asumir que todo sistema humano opera con poderes simbólicos, narrativas dominantes y estructuras de control. Por eso, más que un marco teórico, se convierte en una herramienta para el análisis de cómo ciertas dinámicas relacionales reproducen patrones de desigualdad, exclusión o rigidez emocional.

Principales postulados reinterpretados desde esta perspectiva:

  • Totalidad crítica: los sistemas humanos no solo están interconectados, sino también influidos por discursos culturales y normas sociales que deben ser analizadas.

  • Causalidad circular compleja: los problemas no tienen causas únicas; emergen de ciclos de influencia mutua, muchas veces invisibilizados por estructuras sociales (por ejemplo, roles de género tradicionales).

  • Homeostasis social: los sistemas tienden al equilibrio, incluso si este implica la perpetuación de prácticas injustas o disfuncionales (por ejemplo, normalización de la violencia simbólica).

  • Cambio sistémico: todo cambio en el sistema implica una reconfiguración de posiciones, resistencias y aperturas, lo que puede generar tensiones pero también oportunidades de transformación.

Conceptos clave desde una mirada social y política

Los conceptos del enfoque sistémico cobran mayor profundidad cuando se analizan no solo desde la estructura familiar, sino en el entramado social más amplio:

  • Sistema: no solo es una red de relaciones, sino un espacio atravesado por valores, normas, jerarquías y desigualdades.

  • Roles y fronteras: revelan cómo ciertas posiciones sociales se asignan, a veces de forma automática, y cómo estas pueden limitar o potenciar la expresión individual.

  • Subsistemas: como la escuela o los servicios sociales, tienen reglas propias que interactúan y a veces entran en conflicto.

  • Narrativas familiares: las historias que circulan en una familia pueden reproducir visiones patriarcales, autoritarias o resilientes.

  • Cambio estructural: no basta con intervenir en una familia; a veces es necesario intervenir en las condiciones sociales que la mantienen en crisis (pobreza, exclusión, falta de acceso a salud mental).

Autores relevantes con impacto social

Además de los clásicos como Minuchin, Bowen o Satir, otros autores han propuesto visiones más sociales del enfoque sistémico, como:

  • Urie Bronfenbrenner, con su teoría ecológica del desarrollo, que introduce múltiples niveles de análisis: microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema.

  • Iván Böszörményi-Nagy, con su enfoque contextual, que introduce la ética relacional y la justicia vincular.

  • Mariela Michelena, desde el psicoanálisis relacional, propone un análisis de la repetición transgeneracional en sistemas familiares

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Aplicaciones: hacia una psicología sistémica transformadora

Este enfoque permite intervenir en situaciones que requieren más que orientación individual:

  • En educación: entender el fracaso escolar como producto del sistema familiar, institucional y cultural.

  • En violencia de género: analizar los patrones relacionales que normalizan la dominación masculina y construir redes de cuidado.

  • En salud mental: trabajar no solo con el "paciente identificado", sino con sus vínculos y contextos de vida.

  • En psicología comunitaria: ver a las comunidades como sistemas vivos donde se pueden activar recursos colectivos para la transformación.

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